Julio Ricardo Blanchet Cruz
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Del negocio y la iatrogenia…
El doctor Richard John Roberts, en
1993 obtuvo el Nobel de Medicina y Fisiología.
Pero después del escándalo que protagonizó, desde esa fecha,
lógicamente, poco es lo que se ha vuelto a saber de él…
Toda vez
que declaró, que los laboratorios químico farmacéuticos hacen medicinas para
vender, no para curar. Lo que en pocas
palabras, quiere decir que la medicina es un negocio…
Un sucio
negocio que comercia con el dolor de la gente, al especular con la ingenuidad y
las equívocas enseñanzas referente a la salud, que oficialmente se ha
transmitido desde hace miles de años…
Ya Alejandro
(356 - 323) uno de los poquísimos hombres que no necesita más
que su solo apelativo para que el mundo entero identifique al Gran Conquistador,
lo dijo claro “Muero por la atención de
tantos médicos”…
Mismos, que
al parecer todavía no acaban de entender, que no son ellos, sus conocimientos,
sus remedios o sus medicinas, las que curan las enfermedades; sino la propia
naturaleza, es decir, el sistema inmunológico…
Cuando éste
está dañado, como sucede con el SIDA, nada, ni nadie, puede restituir la
salud. Al enfermo con inmunodeficiencia,
se le podrá mantener vivo, pero no curarlo.
Por lo que continuará siendo un enfermo que piensa, actúa y vive como
enfermo…
El problema
es que los médicos no saben de otra; y sólo hacen lo que les han enseñado. De ahí la iatrogenia. Va una anécdota…
Una persona,
cuyo nombre se omite, se sintió mal, cansada, con algo de fiebre y dolores en
las articulaciones. Por lo que pidió una
cita con el médico de gobierno…
Para esto,
mientras comenzó a sentirse mal y decidió ir con el médico, pasaron tres días. Pero a pesar de que ya se sentía mejor,
acudió a su cita. El facultativo hizo lo
suyo, recabó datos y antecedentes de todo tipo; pero nunca le preguntó que
comía; cuando finalmente todos somos el resultado de lo que hemos comido…
De
inmediato, le mandó hacer toda una batería de análisis. Sin dar el diagnóstico, o sea, decir que es lo
que estaba mal. Pasados otros días, al llevarle los estudios, el
paciente le comentó al doctor que ya se sentía bien; que llevaba varios días
sin comer, que sólo tomaba agua mineral y miel…
Cuando le
dijo que llevaba días sin comer, que solo tomaba agua mineral y algunas
cucharadas de miel, el médico le llamó la atención, por no decir que le regañó;
y apoyado en las creencias “modernas” le preguntó si se quería morir…
Obviamente
ignorando que el Maestro Hipócrates (460 - 370) conocido como
“El
Padre de la Medicina”, determinó, en sus II libros de Las
Epidemias, que “Alimentar a un enfermo, es alimentar la enfermedad”…
Totalmente contrario a la filosofía
de la medicina moderna, que dice que hay que sobrealimentar a un enfermo “para
que tenga energía y aguante la enfermedad”…
Y lo traigo a cuento, porque es
frecuente que hoy se hable de los Ayunos Intermitentes. Recomendados ampliamente por personas que
no han podido dejar de comer ni un solo día entero…
Pero bueno se les hace el hablar de
lo que desconocen; y lo peor, es que cobran por ello. Cuando el ayuno es el médico de La Naturaleza…
Todos los animales, cuando se enferman
o de alguna forma se hieren, automáticamente dejan de comer y sólo toman agua,
es decir, sólo toman la vida, hasta que sanan…
Pues, aunque todos lo sabemos, no
todos están conscientes del poder curativo del agua, que es, nada más ni nada menos,
donde El Sol, El Padre Eterno dador de vida, almacena su energía. De tal suerte, que donde no hay Sol; no hay
vida…
Quienes han tenido hijos, cuando
éstos se enferman de cualquier cosa, lo primero que hacen es que no quieren
comer. Y sólo la insistencia de los
padres, siguiendo las indicaciones del médico, es que lo fuerzan para que coma…
Y en estos tiempos, en que no sólo no
hay medicinas; sino que las que hay son extraordinariamente caras ¡y no curan! bueno
sería que tan valiosas enseñanzas se difundieran…
Pero por lo visto, las Autoridades
correspondientes a la salud, no tiene interés en que la población se beneficie;
y a la vez, asuma la responsabilidad de su propia salud.
Y nos vemos mañana, si el Sol me
presta vida.
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