Opiniones y Comentarios
Julio
Ricardo Blanchet Cruz
· ¡Pero no!...
Apenas ayer comentamos del delito de moda que viene siendo la denuncia por
violación; y hoy es noticia que el Presidente de Chile Gabriel Boric, ha
sido denunciado por acoso sexual, de un hecho que sucedió entre julio del 2013
y julio del 2014...
En el entendido de que una violación debe ser un hecho significativo en
la vida de cualquier persona que haya sido víctima; como para no saber con
exactitud cuándo sucedió el cobarde acto.
Al parecer la denuncia no prosperará; pero dicen por ahí: “difama, que
algo queda”...
Y eso debiera castigarse severamente; para que, quienes piensen hacer una
denuncia sin pruebas, sepan bien a lo que se atienen.
Cambiando de
tema...
Por andar haciéndole caso al tal Marcelo Ebrard, la señora CSP
se anda poniendo con Sansón a las patadas; pues por andar retando a Trump,
de que si subes los aranceles también los subimos nosotros...
Ya antes lo había dicho Ebrard.
Pero no tiene el mismo peso si lo dice la señora CSP, que agregó,
que no es con amenazas como se resolverán los problemas. Por eso el peso ya anda en los 20:83 por
dólar...
Y mis tres amables lectores saben, que 10 centavos de dólar, aplicados a
la deuda que tenemos, estamos hablando de que las retadoras declaraciones de doña
CSP nos están costando millones de pesos.
Ya de salida...
Cuando la gente no hace lo que le gusta, nomás no funciona...
Y lo traigo a cuento, porque el día de ayer, un perro que estaba atado a
un árbol con una correa de no más de medio metro, estaba tirado, pues le habían
puesto un collar tan apretado que ya tenía sangrado el cuello y respiraba con mucha
dificultad...
Por lo que decidí liberarlo de su tortura y lo llevé a una organización que
se dedica a los animalitos. Me
atendieron muy bien, muy amables. Después
de subirlo a una báscula, una doctora lo vio y me dijo que había que levantar
un acta, pues era un delito...
Pero lo que a mí me importaba, es que atendieran al perro, no andar de
justiciero. Por lo que me dijo que debía de llevarlo al día siguiente en ayunas
y sin que siquiera tomara agua, porque tenían que anestesiarlo para curarlo...
Decidí llevarlo al lugar donde atienden perros por parte del
Ayuntamiento, allá por El Castillo. Lo
primero que encontré, fue que, siendo un lugar público, un policía no permite
el paso, pidiendo santo y seña...
Pedí hablar con el Director, un veterinario. No estaba, pero que no tardaba en llegar; sin
embargo, no me franquearon el paso, ni nadie se preocupó por el estado del
perro, a pesar de que dije en las condiciones en que iba...
Llegó el Doctor y me pasaron con él...
Me preguntó dónde lo había recogido, si tenía dueño, si había tomado
fotos de cómo lo encontré y exactamente dónde había sido. Para esto, ya me habían pedido mi nombre, mi número
de teléfono...
Y me explicó que todo eso preguntaban porque podían causarle un problema
al Alcalde, porque luego aparecía el dueño y le reclamaba al Ayuntamiento que
se lo había llevado
Para esto, mi citó no sé cuántos artículos de la Ley, en medio de no sé tampoco
cuántas veces me citó a Dios. El caso es
que atenderían al perro, pero ellos debían de regresarlo donde lo había
encontrado, sano, y ya esterilizado...
El perrote y yo habíamos hecho clic -como que lo liberé; y todos sabemos
lo agradecidos que son los perros; por lo que le dije al Doctor que yo me
quedaría con él -total, uno más- que no había necesidad de esterilizarlo...
De nueva cuenta salió a relucir Dios y las Leyes; pero como todavía, a
pesar de que el animal estaba herido, nadie siquiera había dicho que lo pasara
para ver cómo se encontraba y tal vez hacerle una curación, me retiré,
quejándome del servicio. ¡Qué pena! Como
que faltó vocación...
Y no por la atención a mi persona, pues el tarto siempre fue cordial; pero
no era yo el que requería atención, sino el perro. Y nadie le puso la más
mínima atención, ni porque iba herido...
Cuando la gente no hace lo que le gusta, entonces trabaja. Les gana la burocracia y entonces requieren
de vacaciones, y esperan ansiosos los puentes y los fines de semana. Si el doctor veterinario lo fuera de corazón,
habría dicho: pásenlo para curarlo, y luego vemos lo del papeleo. ¡Pero no!
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.
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