Julio Ricardo Blanchet Cruz.
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¡La
solución son las mujeres!...
Los
tiempos y la tecnología que vivimos, no nos permite saber si es por inconsciencia,
o ya de plano valemadrismo; porque nada de lo que hagan o digan, va a parar el
escándalo en el que están metidos los que ya están hasta enlistados -y los que
faltan-...
Pero andan tan campantes viajando por
el mundo -al fin es su dinero- como si nada pasara; cuando aquí no hay ni
medicinas. Pero a modo de pregunta, cabe
inquirir, de qué tamaño ha de ser la mochila que va cargando el senador Gerardo
Noroña, como para ir a ver al nuevo Papa...
Al que, no como antaño, dicho sea,
solo de paso, ya ni caso le hacen. Por
más que dice que le paren a las guerras, se siguen matando. En Gaza no hay guerra, es un genocidio que
pinta de cuerpo entero a la humanidad y su estulticia...
Dejando claro, que los habitantes del
Planeta, como los que ha desplazado el Tren Maya, estarán mejor cuando el
hombre ya no esté; o deje a un lado su arrogancia que lo hace creerse superior
a todos los demás. Pero...
Cómo pedir que el mundo esté en paz,
si finalmente la humanidad está enferma.
Haciendo cada vez más cierto el axioma que dice “Mens sana y
corpore sano”; nos lo han repetido hasta el cansancio. Y cuando los hombres se “alimentan” con
comida chatarra, no pueden pensar sanamente...
De poco o nada van a servir los
amparos ganados por la SEP para que no se vendan porquerías en las escuelas;
mientras las mamás no se concienticen, de que darles dinero para que las compren
en la esquina -o ahí mismo frente a los colegios- es hacerse de un problema
para toda la vida; como lo es tener un hijo diabético...
Enfermedad que, según el Instituto
Nacional de Salud Pública, casi 15 millones de personas la padecen. Y el pronóstico a futuro, dado que año con
año crece, no es muy halagüeño que digamos.
Sin soslayar, que quien se enferma de diabetes, toda vez que es una
enfermedad limitante, echa por la borda sus sueños de infancia...
Y sí alguien puede solucionar el
problema, ciertamente que no es la SCJN con amparos; ni el gobierno con leyes y
sanciones. Son las mamás quienes les dan
de comer. Es alarmante el ver a menores
de edad comprando porquerías en las tiendas y comprando refrescos porque las
mamás lo permiten y hasta lo fomentan. Ve
y tráeme los refrescos y ahí te compras algo para ti. Es algo que se ha escuchado más de una vez...
Sin darse cuenta de que, inconscientemente,
pero con ese actuar, están, literalmente, envenenando a sus hijos...
El llevar el médico y las medicinas a
sus casas, que está bien, se les debe dar el conocimiento que las concientice
de la responsabilidad que se tiene al tener un hijo enfermo...
Día con día nos enteramos que la
brutalidad que se vive, con hijos que matan a sus padres y padres que matan a
sus hijos, dejando patente, que la sociedad que vivimos; y la que les dejamos a
los que vienen, no es lo que en el fondo todos deseamos...
El mundo de los enfermos y el mundo de
los sanos, no es el mismo. Los enfermos,
en el mejor de los casos, ven la vida de sufrir para merecer. Los niños sanos, los que todavía no se
intoxican con porquerías, ven la vida con alegría, como un juego, como
ciertamente que lo es...
No son los medios que transmiten tanta
violencia...
Todos; y aquí no se escapa nadie, somos
el resultado de lo que hemos comido.
Que entonces se puede esperar, cuando por ser vacaciones, en las calles,
a los niños se les ve, ya no jugando, como antes, sino yendo a la tienda a
comprar, precisamente, lo que les hace daño...
No hay que esperar a que el Gobierno
solucione el problema; ni que nadie más lo haga. La salud física y mental de los hijos, es una
responsabilidad propia; y depende de lo que se les dé de comer.
Y nos vemos mañana, si el Sol me
presta vida.
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