Julio Ricardo Blanchet Cruz
DiarioLibertad@gmail.com
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¡El argentino que murió en el escenario!...
Michel de Notre Dame, el astrólogo, boticario, médico y “vidente”
francés, conocido como Nostradamus (1503 – 1566) salta de nueva cuenta
al escenario tras la muerte de Francisco, el Papa argentino que
duró 12 años en su mandato y no destruyó la iglesia vaticana. Como se predijo que sucedería cuando fue
designado; pues al ser de la oren de los jesuitas, se le consideraba el Papa
Negro que acabaría con el negocio. Pero
nada...
Sin embargo, su fallecimiento dio fe
de que la oración y nada, son dos nadas...
Pues de nada sirvió que miles,
seguramente millones, unieran sus pensamientos y sus voces -para todos aquellos
que creen en el poder de la mente- rogándole al Todopoderoso para que el Papa
no se muriera. Pero nada. El Todopoderoso ni caso les hizo. Y, haciendo caso omiso de la mayoría, pues al
igual que yo, no creé en la democracia, pues se lo llevó; supuestamente a una
mejor vida. Aunque a nadie le consta lo
que hay más allá de la muerte...
Se supone que cada cual se regresa por
donde vino, el alma, el ánima -lo que anima, lo que da vida- regresa al Sol; y
el cuerpo regresa a La Tierra. ¿Y el espíritu? Pues el espíritu seguirá
viviendo mientras haya quien lo recuerde.
Pero regresemos con el Papa Francisco...
Y él sabía que ya no podía más. La mejoría, traducida en la lucidez de los
enfermos terminales, en no pocas ocasiones es el preludio de la inminente
muerte. Cabe comentar, que es una
bendición reservada a muy pocos, el saber que ya te vas a morir. De hecho, todos vamos a morir, y deberíamos
estar conscientes de ello todos los días de la vida y vivirlo como si fuera el
último; lo que no sucede...
Pero hay personas con enfermedades
terminales, que sí, debido a su situación, cobran consciencia de que pronto dejarán
este mundo. Y eso, repito, es una
bendición. Toda vez que permite no dejar
pendientes, despedirse y hacer las paces con todos. Hay quienes tienen la prestancia de contratar
sus propias exequias. Y hasta mandar hacer sus propias esquelas; echándose
porras por supuesto...
En lo personal, me parece un acto
civilizado que, llegando la hora, el llevar a cabo un convivio con amigos
cercanos y familiares; y despedirse sin llantos ni tragedias. Como cuando alguien se va a vivir al
extranjero y ya no se le va a ver más -bueno, más o menos- en vez de esperar la
llamada, informando que ya se murió.
Luego el velorio, el sepelio y toda la parafernalia que sigue a éstos primitivos
rituales de gente que quiere que su espíritu siga viviendo...
Como seguramente sucederá cuando
muera el siempre admirado Don Pepe Múgica, cuyo espíritu seguirá vivo y de
ejemplo, diciéndoles a los políticos que sí se puede ser honrado y servir a los
demás. Pero me parece que eso no
sucederá con el Papa Francisco, al que seguramente le aplicarán aquello
de “Muerto el Rey. Viva el Rey”...
El caso es, que este absurdo mundo se
enfoca en el fallecimiento de un hombre que ya no podía más; pero olvida lo que
está pasando en Gaza, donde los horrores de la guerra son el espanto de miles
de madres que ven morir a sus hijos; y quizá se pregunten en dónde está dios
que permite esto.
Ya de salida...
El morir el mismo día que murió el
Papa, es garantía de que muy pocos se ocuparán del fallecimiento de Lucas
García el conocido actor que a pesar de que murió en pleno escenario;
que es cómo todos quisiéramos morir. Por
supuesto que la función se suspendió desde el momento en que se desvaneció. Pero, aunque de momento no se le preste la
misma atención, con toda seguridad que será un referente y su espíritu seguirá
vivo.
Y nos vemos mañana, si el Sol me
presta vida.
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