Opiniones
y Comentarios
Julio Ricardo Blanchet Cruz
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Haciéndole
al sofista…
Vivimos en un mundo de mentiras; y no hago
referencia a la “moderna” teoría de que El Universo que todos nosotros vemos y
hasta medimos; y del que somos parte integrante, aunque sea en el más mínimo fragmento
que se pueda concebir, es solo el programa de una computadora…
Que en realidad vivimos en un mundo
bidimensional, pero en 3 dimensiones en donde todo cuanto existe ya está
programado. Que el libre albedrío existe, pero está dentro de la programación;
que vienen siendo las reglas de lo que podría equipararse como un juego que
cada cual puede jugar a su manera para ganar…
A esa teoría se podría agregar, que las veces
que la humanidad se ha casi extinguido, son capítulos. O como si le aplicaran el reset al equipo y
empezara de nuevo otra partida. Pero no…
No hago referencia a esa teoría; sino al hecho real
de que todo el mundo miente. Lo que trae
de los recuerdos aquella frase célebre de Francisco,
VI Señor de La Roché (1613 - 1680) más conocido como La Rochefoucauld:
“Los hombres no vivirían mucho tiempo en
sociedad, si no se engañaran los unos a los otros”…
Cabe agregar sobre el misterio del por qué
mentimos -sin llegar al estado patológico de la mitomanía- que entre los
animales existe el engaño y tienen una y mil maneras de hacerlo para, según la
especie, sobrevivir…
Por lo que mentir no es solo un atributo del
hombre. Y no es el hombre el único
animal que llega a mentir de manera magistral.
Los que se mimetizan son maravillosos, por poner un ejemplo de la magnificencia
del engaño. En los animales, el no
engañar bien, les va la vida…
La realidad es que todos mentimos. El problema es que no todos somos buenos para
mentir. Dicen los expertos que nunca
faltan, que los hombres mienten para sentirse bien consigo mismos; y que las
mujeres lo hacen para que otros se puedan sentir mejor…
Pero que hombres y mujeres mienten por igual,
toda vez que mentir es un aprendizaje que comienza desde la infancia, que sin
embargo denota indiscutiblemente inseguridad. Y que además somos la única
especie que nos auto-engañamos…
Aunque quien domina el arte de mentir, es respetado
por los demás. Como sucede en la guerra,
donde el engaño, la simulación, la mentira es premiada, y tiene tanto mérito
como el valor. Los servicios de
espionaje se basan en engaños; y no se diga, las religiones…
Por lo que todos aquellos que censuran a los
demás por mentir, debieran ser censurados por no saber mentir; de otra manera
se caen en la hipocresía.
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.
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