OPINIONES
Y COMENTARIOS
Julio
Ricardo Blanchet Cruz
·
De los matriarcados...
En La Madre
Naturaleza se da de todo; bueno, casi todo, la homosexualidad no existe. Es contra natura; y por ende, es una
enfermedad. Y quien diga lo contrario, es
porque tiende a enfermarse y ya se siente medio mal. No es muy difícil de entender...
Pero la
homosexualidad es una enfermedad que lleva la degradación de la especie. Por algo no se reproducen de manera natural;
sino más bien pareciera que por contagio.
Quien no sabe a dónde va, pues por cualquier camino transita...
Y lo cito,
porque todo indica que vamos a ser cuates de Xi Jinping y de Vladimir
Putin. A ver si aprendemos algo de
ellos. Toda vez que hace solo 100 años,
nosotros estábamos mejor que ellos; y sólo hay que ver la realidad...
Allá algunos
trenes corren a 600 KMS por hora; y aquí el Tren Maya y el burrito aquimichú, que
se para a cada rato, es lo mismo...
Por eso anoto
el antecedente; porque allá, a los enfermos del instinto no les permiten hacer
proselitismo de ninguna clase. Cuidan
las tradiciones nacionales y familiares; su historia y su cultura...
Y todo esto lo
cito, porque de entre mis tres amables lectores -por cierto, todos los que
comentaron son varones- me hacen ver que el Hombre no es el único animal que
daña a su pareja; relatando cada historia que, pa qué les cuento...
Las mujeres
son terribles. Como tienen más alcances
que uno -son más valientes y una intuición de la que nosotros carecemos- como
hace un par de días lo cité en este mismo espacio. Una buena mujer, es lo máximo; pero cuando
están enfermas, son capaces de las más grandes barbaridades...
Sí una mujer
dice “este me las paga”, es peor que si le dicen que lo persigue la CIA. Nada más una persona muy enferma es capaz de asesinar
a los hijos de su marido, y hasta a sus propios hijos, por venganza...
Pero vayamos con
las arañas, que no solamente dañan a su pareja, se lo comen. Son caníbales. Las llamadas “Viuda Negra” así actúan. Y los otros, bien que saben a dónde van y
dónde se van a meter; pero han de pensar, que por un buen sexo, bien vale la
pena jugarse la vida. Más o menos como
ver París y después morir...
Lo que también
puede suceder en los humanos. Los
cardiópatas, por ejemplo; hombres y mujeres que se llegan a morir en “la suerte”. Y aunque debe de ser padrísimo morirse así;
lo malo es la bronca pal otro. Y debe de
ser muy gacho; hasta para dar explicaciones...
¿Cómo fue?
¿Qué pasó? Preguntarían amigos y familiares.
¿Se imaginan? Y luego que quieren hasta detalles. ¡Que oso!
Solo que en las
arañas es un instinto el que obedecen al engullirse al macho, siempre más
pequeño. Y no creo que nadie haya pedido
una eutanasia así; y menos que se le haya cumplido. No hay quien se preste al tú dale hasta que se
muera y nos avisas. Pos no; ¿quién se
avienta ese trompo a la uña?
El caso,
regresando con el apunte de que “el Hombre es el único animal que daña a su
pareja”, no es lo único que nos diferencia de otros mamíferos. Aunque ese solo hecho nos pone hasta abajo en
la escala zoológica...
En las
complejas sociedades que forman los animales, hay matriarcados y
patriarcados. Y también las hay, dónde
la pareja es la que dirige a la familia; y todas funcionan muy bien. Pero por regla general, la hembra es la que
selecciona -o acepta- al macho con el que va a procrear...
Lo que no
siempre es así entre los humanos.
Todavía hay lugares en que los padres se ponen de acuerdo con quienes se
van a unir sus hijos. Y hasta hay quienes
se unen por dinero...
En el entendido,
de que quien daña a su pareja, es porque está dañado y por ello, consecuentemente
daña todo lo que le rodea. Y si es
escandaloso el que se dañe a la pareja; es todavía más aberrante que destruya
su hábitat...
Un simple
comentario: Como la salud es la mayor de las riquezas. Si se quiere el bien de los ciudadanos; por
sobre todo lo demás, se debe invertir en salud, que es lo que da la
felicidad-la enfermedad da angustia, tensión-...
Y también se
debe fomentar el consumo de lo que la tierra produce; porque de ahí viene el
arraigo.
Y aquí nos
vemos mañana, si el Sol me presta vida.
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