EDITORIAL
Partiendo del irrefutable hecho
de que el terrorismo no se combate con más terrorismo, que en última instancia
es lo que pretenden llevar a cabo los gobernantes bajo la férula del sionismo
para con ese pretexto restringir aún más los Derechos de los ciudadanos.
Por cierto que al discurso que
sobre los Derechos Humanos pronunció el hawaiano en La Habana -donde cargó
hasta con la suegra- solo le faltó que lo emitiera desde Guantánamo, para
entonces sí desternillarse de risa.
Tener la desvergüenza de decir que no se levantan las sanciones porque los
congresistas no ven claros signos de respeto a los Derechos Humanos y a la
democracia; cuando en la Unión Americana la democracia es muy singular -por no
decir que de vacilada- y los Derechos Humanos ni los conocen.
Seguro que los que los cubanos
que ahora vayan a la Unión Americana van a servir de blanco a los racistas
policías del “País de las Libertades”
que asesinan a tiros a un hombre desarmado que ha levantado las manos.
Y le pegan de tiros frente a
todos sabiendo que su hermandad -de la que poco se habla, pero en todas las
policías del mundo hay pactos de hermandad- lo protegerá y por eso se saben
impunes.
Aunque hay que reconocer, toda
vez que fue censurado cuando por las muertes en una Universidad por los
tiroteos que cotidianamente suceden en los planteles escolares, echó sus
lágrimas de cocodrilo, en esta ocasión, con relación a los atentados
terroristas en Bruselas, el señor Obama discretamente
solo llevó una corbata negra.
Cuando debió de haberla llevado
de color rojo. Porque si los asesinos a
sueldo que se dicen llamar yihadistas son los que reivindicaron el atentado; y
ellos -los EEUU- son quienes los entrenaron y les proporcionan armas y
pertrechos, solo se puede deducir que el atentado terrorista fue un auto-atentado.
Recordando la invasión a
Granada, a Panamá, a Irak, a Libia, y “La
Guerra de los seis días, donde en cuestión de días un poderoso ejército
sometió a otros ejércitos, doblegó a sus gobiernos y les arrebató sus
territorios.
¿Cómo es que llevan ya casi dos
años combatiendo a una cuerda de asesinos a sueldo, que ni territorio tenían,
pero se fueron apropiando de ciudades enteras, y todavía no pueden acabar con
ellos?
¿Quiénes les proporcionan no
solo las camionetas Toyota con las que circulan por todos lados, quién o
quiénes les proporcionan las armas y el parque; y por dónde les llegan? porque
sin sus respectivos proyectiles de nada sirven las armas; y así, sin
municiones, ya hace rato que la guerra se habría terminado.
Hay dos responsables de la
guerra en Siria. Uno, son los
fabricantes de armas y sus pertrechos de guerra. Los cada vez más poderosos tanques se
tendrían que destruir a topes -por decirlo de alguna manera- si no tuvieran
municiones que disparar.
Y dos. Las obsoletas religiones. Que en nombre de dioses inventados han
formado verdaderos imperios que fueron cimentados y se mantienen con sangre y
odio; pero que son muy rentables, económicamente hablando.
El hombre moderno, medianamente
ilustrado, ya no puede creer en que todo sucede porque su dios así lo quiere y
dispuso. Sería tanto como pensar en un
ser perversamente demoníaco que goza con el sufrimiento.
Matar a un semejante en nombre
de un dios que pregona el amor, es estulticia pura. Nada puede ser más aberrante que eso. Las Cruzadas no fueron para recuperar las
Tierras Santas, sino para recuperar el control de las rutas de comercio. Querían recuperar las $antas Rutas.
Y así, engañados, cientos de
miles, tal vez millones, murieron y mataron a sus semejantes, en aras de un iluso
premio prometido. Los Papas ofrecían
indulgencia plenaria -la entrada al cielo sin aduana- a quien matara a un
musulmán.
Hoy Alá, autor del ojo por ojo,
les ordena a sus seguidores que maten a cualquiera que no comparta sus
creencias.
Nadie debiera extrañarse porque
eso esté sucediendo; o cuando menos ninguno de los que coinciden en que El
Universo siempre está en equilibrio y que para ello, todo lo que se hace, tarde
o temprano se regresa.
Sin soslayar que la visita de Obama a Cuba, coincide con los
atentados en Bruselas, y poco después de que la Unión Europea, desde la misma
Capital de Bélgica, emitiera el acuerdo para que los emigrantes sean entregados
a Turquía, y así el impresentable de Tayyip
Erdogan les haga el trabajo sucio. Y
de esa manera, los que huyen de la guerra que ellos mismos crearon, no sigan
cruzando el Mar que algún día fue de los romanos.
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