Diario Libertad

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Don Sata

lunes, 29 de enero de 2018

Opiniones y Comentarios
Julio Ricardo Blanchet Cruz
·                 De los cárteles…

Así como los grupos guerrilleros y de opositores a los gobiernos son siempre auspiciados por “alguien”.  Entendiendo que ese o esos “alguien” debe ser gente de mucho dinero, e influencias y ambiciones políticas; y que no son los que dan la cara, o sea, mandan a otros a que se maten por ellos…

El costo de conformar un verdadero ejército guerrillero ¡es altísimo! ni los muy-muy ricos lo pueden pagar.  Llegan a tener ejércitos privados, pero mantener una guerrilla son palabras mayores hablando solo de cuestiones de financiamiento…

Fácil deducir que entonces los dineros llegan de quienes tienen y disponen de ellos, o sea, de grandes organizaciones; o en su defecto, de otros gobiernos.  Washington es casi especialista en ello.  Pero finalmente no es nada nuevo, siempre se ha sabido que las revoluciones son armadas desde fuera…

Aunque hay quienes argumentan lo contrario, ciertamente que la regulación, despenalización o liberación total de la marihuana puede llegar a disminuir la violencia; argumentando que los cárteles tratarán de resarcir el dinero que pierden con el cannabis ilegal, entrando al ahora legal lucrativo negocio que ellos bien conocen; y que además beneficiará hasta a los campesinos…

Pero también puede ejercer el efecto contrario, puede acrecentar la violencia entre los cárteles que pretendieran extender sus actividades; es decir, expandirse hacia otros territorios.  Y en ese caso los pleitos por las rutas y las plazas se podrían agudizar…

En EE. UU. no se ha podido medir el impacto entre los cárteles por la legalización y despenalización del cannabis, porque allá hacen como que hacen; pero en el fondo se hacen como el Tío Lolo…

Hace ya rato que se dieron por vencidos; cada vez que las Autoridades Sanitarias califican tal o cual substancia como prohibida y comienzan a perseguirla hasta con sabuesos, los cárteles inventan otra y es el cuento de nunca acabar…

Recordaron que durante 13 años combatieron al alcohol; y mejor se dieron por vencidos y dejaron que hicieran lo que quisieran.  Que se emborrachara el que quisiera…

Y automáticamente, como si hubieran apretado la tecla mágica de una computadora -o por milagro, como quieran los amables lectores, al legalizar el alcohol se acabó el tráfico ilegal de alcohol -de Perogrullo- y por ende también se terminaron los cárteles y la violencia.  Se habían acabado las rutas y las plazas; no había nada que defender o pelear...

Por eso, recordando los aciagos tiempos de la prohibición; hoy las drogas circulan casi libremente de frontera a frontera y de costa a costa en la Unión Americana; pues en todos lados se encuentran todo tipo de drogas…

Esa es la razón del porqué allá no se puede medir el impacto en la violencia con la legalización de la marihuana; pero sí el impacto económico que ha sido muy favorable a las finanzas públicas por el monto de los impuestos que se pagan.  Antes les costaba dinero el combatir el cannabis; hoy les deja dinero.  Cosas de los tiempos…

El que solo sea en los centros turísticos del País, como lo propuso el secretario de Turismo, De la Madrid; mejor ni lo comentamos.  Pero desde luego que va muy acorde con la mentalidad del equipazo...

Como lo testimonia la diputada de Morena Rocío Nahle, quien declaró que no se pueden realizar cambios constitucionales en una entidad sí y en otra no.  Pasando por alto que en la CDMX está aprobada la intervención del embarazo y en el resto de los Estados no…

Sin embargo, el que los honorables legisladores declaren que el tema de la legalización de la marihuana está cerrado; solo hace evidente lo lejos que están de los ciudadanos.  Porque quienes estamos a favor de la despenalización de todas las drogas, es porque estamos a favor de la paz…

La amnistía no es la solución al horror de la barbarie que ha traído consigo la guerra al narcotráfico; más la degradación social que llega cuando alguien se acostumbra a ver colgados, decapitados y descuartizados por todos lados…

La solución a toda esa barbarie es la legalización de las drogas.  Y que el dinero que se destinaba a esa aberrante y más que perdida guerra, se destine a la rehabilitación de los adictos y para mejorar los sueldos de quienes las combatían…

Por cierto que, mientras más se tarden en la SCJN en fallar sobre la Ley de Seguridad Interna, va a ser más difícil que la aprueben; pues ya con soldados y marinos con permiso legal para andar en las calles haciéndola de policías, el crimen no ha disminuido en lo absoluto.

Ya de salida…

El que írrito Enrique Peña Nieto haya declarado que es injusto que no se reconozcan las cosas buenas que se han logrado durante su administración; independientemente de que el balance entre lo bueno y lo malo es por demás negativo, por lo que mejor no debiera ni preguntar…

Refleja también que a Pepe Toño le está yendo como en feria; y cree el esposo de La Gaviota que con sus “logros” puede apoyarlo.  Cuando lo mejor que debiera de hacer es ni hablar del tema, porque todo lo que huela a Atraco-mulco huele mal… 

Y aunque lo comento en buena onda por si Peña Nieto no se había dado cuenta de ello,  no creo que hablando poco y apareciendo en público lo menos posible, vayan a mejorar las cosas…

Pero si no entendió cómo es que lo percibe la gente, desde aquel memorable “ya sé que no aplauden” que pronunció en febrero del 2015; cuando él seguramente esperaba que lo ovacionaran…

No obstante; como que nunca será tarde para que deje de escuchar el canto de sus sirenas-asesores, pues no todo está como le cuentan; y aunque ahora si le aplauden, es  porque de inmediato se corrigió la falla…

Y a parir de esa fecha, se puede decir que Pavarotti se habría muerto de envidia si hubiera escuchado como en México le celebran a Peña Nieto todo lo que dice -faltaba más para eso está el equipazo-…

A tal grado corrigieron la falla del aplausómetro, que ahora ni siquiera se dan a conocer las protestas que se organizan cada vez que se presenta en todas partes donde va.  ¡Bien por el equipo!...

Pero no hay nada que celebrar.  Cumplir y hacer cumplir la Constitución no amerita aplausos ni reconocimientos.  Y no cumplir; menos.

Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.


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