Opiniones y Comentarios
Julio
Ricardo Blanchet Cruz
* De los milagros...
Una querida amiga me llamó porque ya tenía días que la cadera le dolía mucho, el moverse
se agravaba; por lo que decidió acudir al especialista; quien después de sedarla
un poco para poder auscultar, pues el dolor era muy intenso, escuchó
pacientemente el historial médico y finalmente, de manera diplomática -no como
ya saben quién-...
Sin decirle que ya estaba vieja -que sí lo está- le dijo que estaba grande
y refirió que los años hacían lo suyo. Que
la articulación de la cadera estaba desgastada, que había que darle unas
pastillas durante 3 días para después tomarle una radiografía. La inyectaron para el dolor y la inflamación. Todo esto con el costo que ya sabrán; porque
además hay que llevarla y traerla. Al
pasar el efecto del analgésico los dolores parecían aún peores que antes; tal
vez por tanto movimiento...
Allá por mis ya lejanos años de niñez, a todo el mundo le quitaban el
apéndice. Un retortijón de esos que doblaban,
era suficiente para que le sacaran el apéndice.
Hasta hacían competencia los cirujanos para ver quién hacía la incisión
más pequeña. Y si apéndice estaba sano,
ante la inquisidora mirada del equipo de cirugía, se salía con un Uff ¡A tiempo!
que sí no...
También se puso de moda la operación de las anginas. A todo aquél que se le inflamaban, rápido le
quitaban la primera defensa del organismo, por estar infectado por un estreptoccoccus
B -peor que la reforma B, por lo que ya se podrán dar una idea mis tres amables
lectores de lo terrible si no se detiene a tiempo-...
Pero estábamos con mi amiga y el incapacitante problema de cadera que, como
su nombre lo dice, la convertía en un ser dependiente- literalmente ya no podía
moverse por sí misma había que ayudarla y el moverla era doloroso...
¿Y cuánto te cuesta la cirugía? le pregunté. Pues hoy está de moda el cartílago desgastado
y se requiere una prótesis y terapia, mucha terapia. Y eso, cuando quedan bien; pero la mayoría
parece que no corre la misma suerte...
No sé, me respondió Y ¿Tienes seguro? Sí, dijo, pero no me cubre esos
gastos, por la edad, tu entiendes.
Después de conversar durante un buen rato lo caro que resulta enfermarse
y de cómo le hacían en otros tiempos...
No podía faltar el tema de la diabetes y del coronavirus-19, que, por más
que hicieron para que regresara y continuar con el negociazo de las vacunas,
los geles, los cubrebocas, los hospitales, los enterradores, etc. el bichus-19,
no más no regresó...
En el entendido, que en este mundo del dinero, lo que unos pierden, otros
lo ganan; o más claro, lo que unos perdieron, quedó en manos de otros...
El caso es que se sabe que el Coronabichus horridus- 19, por ahí dejó un
recado diciendo que no quería volver a saber nada de nosotros; que éramos de lo
peor. Que, además -y esto fue lo peor de
lo peor- que no tenía caso que regresaran, porque ya nos estábamos acabando
entre nosotros...
Pero regresemos con la cadera desgastada...
Como los consejos no se dan, sino que se piden; porque si cuando se piden,
no hacen caso, pues cuanti más si no lo piden.
La gente generalmente pide un consejo esperando que reafirme su opinión...
Mi amiga no me había pedido nada.
Pero por el cariño que le tengo me atreví a darle mi opinión. Y le dije que unas gotitas que podía comprar
en la farmacia, muy baratas, por cierto; y mucha fe, harían el milagro de
sanarla y que no la operaran...
Lo de la fe sabía que era totalmente inútil, que de nada serviría, pues
ella no cree en esas cosas. Las condiciones
no se prestan para tener fe; y menos en unas gotitas. Pero por tratarse de mí, dijo, lo voy a
hacer. Finalmente, nada pierdo; y el
perdido va a todas...
El final es interesante, pues el milagro se hizo, no sé si en un día o día
y medio. De estar literalmente echada y
en el dolor, se levantó y ya hasta quería subirse a la cama. Pues lo que tenía, eran reumas...
Reumas que, en estos tiempos de cambios climáticos, de humedad, frío y
calor, se acentúan. Era frecuente que entre
los viejos nos echábamos maldiciones; y en vez de decirnos que te lleve el
Rancho del señor Presidente, nos deseábamos “Un buen reuma”...
¡Ah! Se me olvidaba decirles, que los rezos, la fe, lo que le sigue y nada;
son dos nadas. La paciente no es mi Amiga, con quien comparto el amor a los
animales; sino Sophie, su perrita, que
ciertamente ya está viejita; y no necesitó de la fe para curarse. Las gotas milagrosas se compran en la farmacia
homeopática.
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.
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