Diario Libertad

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Don Sata

sábado, 26 de septiembre de 2020

 

Opiniones y Comentarios

Julio Ricardo Blanchet Cruz

diariolibertad@gmail.com

·                    ¡Optimistas!…

 

Hace exactamente una semana a las 15:20 Hrs. en la isla de Manhattan se encendió un reloj climático.  Según esto un proyecto “artístico” de Gan Golan y Andrew Boyd, dos individuos para mí completamente desconocidos…

 

En la Internet no se dice nada de ellos, salvo la creación de su reloj climático que anuncia el tiempo que le queda a la humanidad para actuar, y no esperar a experimentar los cambios que serán irreversibles…

 

El reloj marcó que nos quedan 7 años, 103 días, 15 horas, 40 minutos y 7 segundos, y contando.  Por supuesto que hoy ya es una semana menos.  Pero lo escandaloso del caso, es que no muy impresionó a nadie; salvo la espectacularidad del relojazo en plena calle Union Square…

 

Y aunque no muy dicen cómo es que los “artistas” llegaron a esa fatídica conclusión, pues no se sabe que instituciones o científicos los respalden para hacer semejante predicción a la que llamaron “La Tierra tiene una fecha límite”; tal vez por eso nadie se mostró impactado…

 

Aunque en 7 años pueden pasar muchas cosas -solo hay que ver lo que ha pasado en estos últimos 7; y no se diga lo que ha sucedido de enero a la fecha- no obstante, desde mi muy personal punto de vista, los “artistas” pecaron de optimistas…

 

Tiene ya tiempo que en este mismo espacio opiné que ya habíamos llegado al punto de no retorno.  La extinción del 60 % de las especies animales que habitaban el Planeta a nuestra llegada, lo dice todo.  Solo quedan 22 vaquitas marinas…

 

Cada uno de los organismos vivos que vivían y aún viven el Planeta, son parte de un ecosistema por demás perfecto.  Y eso equivale a que el mismo 60 % de nuestro propio organismo haya muerto; en cuyo caso, el fallecimiento es inminente y por supuesto doloroso e irreversible…

 

Sin soslayar el derretimiento de los Polos y los glaciares a causa del calentamiento; más la destrucción de bosque y selvas, la contaminación de los ríos y mares  y la actividad de basura espacial que hemos arrojado…

 

Pero resulta que la humanidad está enferma y en consecuencia los humanos somos lo suficientemente ..?.. -ponga el amable lector el calificativo que quiera para que nadie se sienta ofendido- como para destruir nuestro hábitat ¡aún dándonos cuenta de ello!  Y todo por nuestra comodidad…

 

Tenemos el tiempo contado; y aún haciendo caso de quienes creen que los humanos somos el non plus ultra de la Creación y que existe un dios salvador que a última hora actuará para perpetuar la especie, ninguno vendrá en nuestro auxilio para librarnos de la catástrofe que hemos provocado.  Siendo sinceros, nos lo hemos ganado a pulso…

 

El Coronabichus Apanicatum -que no es lo que nos cuentan, ya que todo obedece a un plan para confinar a la gente- viene siendo como un glóbulo blanco de La Tierra, que al detectar parásitos nos ataca…

 

Porque nosotros, los según esto hechos a imagen y semejanza de dios, somos unos viles parásitos interplanetarios y además soberbios, que lamentablemente llegamos a esta Tierra…

 

Y que en lugar de actuar conforme a sus Leyes, nos dedicamos a actuar en su contra y a destruir todo lo que por enfrente se nos atraviesa; con las terribles consecuencias que ya se ven por todos lados…

 

Somos tan inconscientes de nuestra realidad, que todavía hay retrasados mentales que se oponen al aborto, cuando la interrupción de un embarazo, para La Madre Tierra, significa solo un parásito menos…

 

Y más a estas alturas, cuando el futuro de la humanidad se tambalea y se condena a los que nazcan a una existencia miserable en medio de la inminente catástrofe…

 

Pero todavía se entretienen con nimiedades; y ruidosamente festejan que la desprestigiada ONU, a la que acuden algunos mandatarios para hablar de sus personales estupideces -mis tres lectores saben a quien me refiero- en vez de opinar de los problemas internacionales que se afrontan y proponer soluciones…

 

Felicitan a México por las nuevas etiquetas en los productos chatarra; responsables en mucho de las enfermedades.  Y finalmente de nuestra estulticia -los enfermos piensan como enfermos- ya que destruir el medio ambiente no merece otro calificativo...

 

Pero récenle recio a sus dioses; tal vez algunos idólatras se salven y empiecen por recoger los millones y millones de cubrebocas que ahora ya se encuentran hasta flotando en los océanos.

 

Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.

 

 

 

 

 

     

 

 

 

     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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