Opiniones y Comentarios
Julio Ricardo Blanchet Cruz
·
¡Qué poca!…
Con esa sensibilidad que solo tienen las
mujeres, capaces de presentir lo que a los hombres nos cuenta el razonar -una
de las benditas diferencias que hay entre los hombres y las mujeres-…
Engañar a una mujer es punto menos que
imposible; independientemente de que los hombres somos muy evidentes al engañar. Lo que se puede observar muy claramente en la
política…
A los hombres se les nota a leguas que están
mintiendo; en cambio las mujeres no solo lo disimulan, casi hasta
convencen. Luego les falla de a feo,
como a La Gaviota y la Casa Blanca
que compró con los ahorros que tenía en el banco…
Pero no puede negarse que son peligrosamente
adorables; o adorablemente peligrosas. Sin
omitir que son capaces de hacer varias cosas al mismo tiempo. Y que todo se les da; lo que pasa es que son
chiquionas. Bueno, casi todo se les da; excepto
el razonar que no es muy lo suyo…
Así como la intuición no es un atributo
masculino, el razonar no muy se les da a las féminas. De hecho, no lo necesitan. Si un hombre por alguna razón tiene que
escalar una montaña, se prepara con todo el equipo necesario e inicia la
aventura para llegar a la cima, escogiendo la mejor ruta. La mujer va en helicóptero…
La razón, la lógica y el sentido común, no son
lo suyo. Y las que se dicen, o les
dicen, filósofas; la verdad es que más le hacen al cuento que establecer una
corriente de pensamiento que lleve al origen y al por qué de la vida…
Alguien preguntó si se conocía a alguna mujer
que haya mostrado con orgullo su biblioteca y sólo se escuchó el silencio. Pero precisamente, como el razonar no es lo
suyo, como los niños pequeños que la sueltan sin más, se avientan unas de
epopeya ¡vaya!…
Como la de la diputada panista Laura Rojas, que fue en su momento de
más gloria, ocupó la presidencia del Congreso de la Unión -lo que quiere decir
que debe de conocer perfectamente bien el teje y maneje de las Leyes- propuso
una reforma constitucional para que se modifiquen los artículos 50, 52 y 56…
Pues no conformes con haber logrado que se
acepte que la mitad de los diputados sean hombres y la otra mitad mujeres, el
proyecto pretende que las Cámaras del Congreso de la Unión se dividan y haya
una Cámara de diputados y una de diputadas; y una Cámara de senadoras y de
senadores…
Y aunque la idea es tentadora para subir al
pleno y que sea aprobada, pues en el mismo proyecto se incluye que de los 128
senadores que hay, se aumente el número a 300, lo que significa más huesitos
que roer, la propuesta tendrá que dejarse para más delante de las elecciones…
Pero por lo pronto, siguiendo la corriente
feminista diremos que hay hipopótamos e hipopótamas; jirafos y jirafas, elefantas
y elefantos, astronautas y astronautos, águilas y águilos; halconas y halconos,
ballenas y ballenos, etc, etc, etc…
Será difícil, pero si nos hemos acostumbrados a
reducir el lenguaje de tal manera que ¡ay wey! es tan polivalente como el verbo
“chingar”, de pretéritos tiempos. Cuando
el ¡ya chingó! podía referirse a mil cosas…
Desde sacarse la Lotería, hasta recordar a la
progenitora. Pasando desde luego por el
¡ah chingaos! de sorpresa, hasta el “y a mi qué chingados” de poca importancia…
El idioma español es rico en expresiones que
pueden tener muchos significados. Y con
relación a que ya se descubrió que todo esto de la pandemia de pánico ha sido
una farsa, todo se puede reducir en un “Qué
poca”.
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.
Es extraordinario reconocer las diferencias entre mujeres y hombres y tak vez el ideal de la naturaleza fue el de la complementacion. Sin embargo no llegamos a ello y ahora con la lucha de géneros la brecha se agranda.
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