Opiniones y Comentarios
Julio
Ricardo Blanchet Cruz
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Ya no inventen…
Para detener un tren con más de 70 vagones, todos cargados
al tope; y luego sobre rieles, se lleva una gran distancia. Hacerlo de golpe causa muchos daños a todo el
convoy; como sucede en los accidentes cuando algún imprudente se les atraviesa…
Además de que la inercia lo hace recorrer
todavía una larga distancia antes de detenerse completamente; que es cuando se
empiezan a cuantificar los daños. Qué se
salvó; y que no se salvó…
Pues lo mismo está sucediendo en México, al
querer cambiar el sistema político -que buena falta le hace- la inercia de más
de 70 años de mal gobierno, no la han podido detener, ni metiendo el freno a
fondo…
Tan es así de fuerte la inercia del convoy
“democrático” que ha llevado a la ruina a la propia nación -no se diga a la inmensa
mayoría de sus habitantes- que tenemos el caso de Pío, que solo derribó, desde su base, el castillo de naipes de la
4T…
Después de ese episodio, hablar de honestidad y
de que no son iguales; es una burla. Es
una bofetada. Ya no hace falta seguir
enlistando la corrupción existente y que bien podrían encabezar otros miembros
de su familia…
¡Vaya! Ni sus propios hijos son distintos a los
Bribiesca, los hijos de Martha Sahagún; o a los Locken, hijos de María de los Dolores Izaguirre, esposa de don Adolfo Ruiz Cortines (1889 – 1873) quienes se despacharon en
grande…
Y está bien que se cambie el sistema, pero a lo
que teníamos, a lo que quieren que lleguemos, pues sale junto con pegado. Ahora estamos igual, pero divididos. Basta de arrogancias, todo está mal. Hay que empezar de nuevo…
El problema es que no podemos hacer mucho por
la inercia que va derechito al desastre.
Para cuando se detenga el convoy -en el que va casi todo el mundo- todo
será un caos. Los vagones habrán
colapsado unos con otros…
O sea, ¿que no hay solución?...
Pues sí que la hay. Si ya se sabe que metros adelante todo esto
finalmente se detendrá y todo será el caos -que ya lo es y no hemos parado-
pues la única solución es bajarse del convoy antes…
Por más daño que se hagan al saltar -que además
no hay ningún daño, adelante se explica- será mejor que lo que se espera más
adelante. No es difícil. Las cosas no tienen que ser complicadas…
Como el cuento ese del individuo que entra a
una cantina del Medio Oeste; y a la vista de los presentes, traza una raya que
divide la estancia; y dirigiéndose a todos les dice, señalando la línea divisoria…
“De aquí pa acá, son tarugos; y de aquí pa acá,
no”. Y luego-luego que le salta uno y le
dice “Óigame
no; yo no soy ningún tarugo”. Entonces pásese del otro lado. Fue la respuesta…
Si todos, repito, todos, absolutamente todos
somos el resultado de lo que hemos comido.
Entonces, la única forma de ser de otra manera, es comer de otra manera. De Perogrullo, pero no se entiende, cuando no
es ni peligroso ni difícil…
Pero hay quienes no se quieren bajarse del
tren, les está yendo bien. Otros que
saben que al final van a colisionar, pero esperan salir bien librados. Tienen harta fe. Y otros más que ni siquiera
se han enterado de que van en un tren…
Por lo pronto, ya la gente está harta del
confinamiento y las amenazas de que la pandemia se va a poner peor; y de que
ahí vienen otros virus más peligrosos.
Por lo que desafiantes o inconscientes -como se prefiera- al grado de “ya me vale un comino”, han organizado fiestas, pachangas y
reuniones en medio mundo…
El Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que siempre ha dicho que no muy le cree a la
pandemia, asistió sin cubrebocas a una atestada playa de Río y se metió al mar
como cualquier hijo de vecino…
En España eran tantísimos los que estaban en una
pachanga, que la policía no pudo con ellos y la fiesta continuó. En Francia por las mismas. Aquí en México ni se diga, pero destacan las fiestonas
de Playa del Carmen, de Veracruz y las 593 fiestas reportadas el día 24 solo en
la CDMX…
Todo será distinto en tiempos de elecciones sin
mítines, cuando estos reactivaban las economías de muchos; y ya como que
no. Y sin los regalos de antaño, como
que tampoco. Pueden traer virus…
Lo que sí nos espera, es una verdadera epidemia
de spots, que llegarán hasta donde llega la Coca-Cola y las Sabritas; pero aún
no ha llegado la justicia…
Un horror de democracia, o una democracia de
horror, es la hipocresía que se vive en el mundo. Donde infunden pánico a la gente con el
coronavirus que ha matado ¿? a más de 1,7
millones de personas en el mundo. Y
dicen que hasta más…
Cuando en el mismo mundo, según los datos del
2015 de la OMS 8,8 millones de personas fallecieron de cáncer. Y siguiendo con la OMS. En el 2016, de infartos y accidentes
vasculares cerebrales, murieron 15.2 millones de personas. Pero hay más…
Según datos del 23 de diciembre pasado, diariamente
mueren 24 mil personas ¡de hambre! es decir, 8 millones, 760 mil cada año. Entre ellos, 18,000 niños entre 1 y 4 años. Eso sí que es para preocuparse; no el Bichito. Ya no inventen.
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.
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