Opiniones y Comentarios
Julio Ricardo Blanchet Cruz
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Historia
del dar la mano…
En los principios de la
humanidad, cuando alguien quería algo de los dioses, les hacía una ofrenda, un
sacrificio; y lo mismo quemaban las mejores muestras de sus cosechas, que le
sacaban el corazón al prójimo para ofrendárselo…
Si el humo se iba hacia arriba,
es que el sacrificio le había agradado a su dios; pero si soplaba un viento, la
cosa se volvía preocupante. No le había
agradado y algo malo iba a llegar…
Como la experiencia dicta que sus
Dioses nunca les hacían caso, pues en su infinita sabiduría sabían de que algo
se traían entre manos y mejor no les concedía nada de lo que querían, por eso en
la actualidad, cuando alguien le pide algo a los Dioses, ya no se compromete a
nada; a menos que le cumplan…
Ejemplo: Si hacen que mi abuelita
se muera y me deje parte de la herencia; yo me rapo a coco. Como Dios no se mete en esas componendas, no
le hace caso; pero el ambicioso nieto ve el silencio como una “señal” y como
por ahí dicen que a Dios rogando y con el mazo dando, pues se escabecha a la
abuelita. Y no es cuento, la gente está
muy loca; y no desde ahora…
Hace miles de años -5,500 o más- en
el Antiguo Egipto, cuando los hombres hacían un pacto con los dioses o con un
solo Dios, pues en tiempos de Akenatón (1,300
años antes de esta Era) -creían en un solo Dios eran monoteístas- debían
sellarlo estrechando la mano de la estatua que los representaba. De ahí la costumbre de dar la mano…
Aunque en el Medievo se decía que
estiraban la mano en señal de que no tenían intenciones de desenvainar la
espada. Podría decirse que era una señal
de amistad y confianza…
Pues esa costumbre casi universal
de estrechar la mano, no solo ya no es permitido según los cánones sanitarios;
sino que según el “principal” infectólogo de la Unión Americana, doctor Anthony Fauci, Director del Instituto
Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, declaró que nunca debe de
volver a darse la mano; porque el asunto del coronavirus va pa largo…
Lo que contradice a Trump, quien recién declaró que la
pandemia está llegando a su cúspide.
Pero sabido es que sus conferencias diarias es más para tener presencia
ahora que están en tempos de campaña, que para informar debidamente, pues dice
y se desdice con la misma…
Los que también andan desatados con tal de seguir teniendo presencia
en estos tiempos de recogimiento propios de la semana mayor, son los creyentes
en Cristo y su martirio, es decir, los curas…
Y lo mismo el Papa argentino se
aventó una misa completa sin auditorio; y aunque se transmitió por la Internet,
en la Plaza de San Pedro no había un alma…
Que otros también con buenos contactos,
como el Arzobispo de Panamá, José
Domingo Ulloa, quien se montó en un helicóptero. Y llevando en ristre al santísimo, se pasearon
por la Ciudad echándoles bendiciones a todos…
En México, al representación de
la pasión de Cristo, que desde 1843 se lleva a cabo año con año a las faldas del
Cerro de La Estrella en Iztapalapa, cuando la población, agradecida con Cristo por
haberlos escuchado y terminar con la epidemia de cólera que mató a la mitad de
la población, prometieron continuar con la representación cada viernes de
semana santa…
Pero el más ingenioso de todos fue
Víctor Manuel Jiménez, un sacerdote
de Costa Rica que celebró la misa con las fotos de los feligreses sobre las
bancas; claro que a la hora de repartir la hostia se saltaron ese capítulo. Pero para poder poner la foto había que dejar
previamente la limosna…
El que tampoco le hace caso a las
recomendaciones sanitarias, es el impresentable Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien salió a las
calles sin cubre boca, entró en un establecimiento se comió un bocadillo y se
retiró con sus muchos acompañantes, que tampoco traían el cubre boca…
No sin que antes se dejara
fotografiar junto a todos aquellos que querían guardar un recuerdo de haber
estado con el Presidente y haberle estrechado la mano.
Y nos vemos mañana, si el Sol me
presta vida.
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Como siempre que sucede algo que escapa de control de los seres humanos, se recurre a las divinidades como un recurso desesperado por si en verdad existen. Sin embargo sólo la naturaleza y la ciencia pueden hacer algo a través de las circunstancias y la investigación. Sigamos confiando en que se encontrará una vacuna en tiempo y forma y sobre todo que la naturaleza se equilibra.
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