Si bien es cierto que en no pocas ocasiones, sobre todo en estos tiempos
en que la tecnología permite cualquier tipo de libertades, las fotografías han
sido “adaptadas” a conveniencia.
Hecho que se ha generalizado en todos los aspectos de la vida; pero en
esta ocasión se hace referencia a lo que sucede en todas las guerras, en las
que el engaño siempre ha sido parte de la estrategia militar.
Recientemente sucedió en Siria, donde al Ejercito de Bashar El-Assad le
fue achacado el utilizar armas químicas en contra de su propios ciudadanos,
exhibiéndo imágenes aterradoras de cuerpos quemados y amontonados.
Y aunque después se supo que no fue el
Ejército sirio el autor, sino los mercenarios terroristas contratados por los
gobiernos pro-sionistas quienes recurrieron a ese tipo de armas y sacaron las
fotografías para culpar al Gobierno de Damasco de semejante barbarie, las
fotografías eran espeluznantes.
Pues ahora el periodista danés
independiente Mikkel Jensen, ha exhibido unas placas fotográficas
horrorizantes, de niños que según él fueron asesinados por los militares
brasileños.
Quienes obedeciendo
órdenes se dedican a “limpiar” las ciudades en las que se llevarán a cabo
partidos de fútbol durante la competencia mundial. Por lo que renunció a participar como
periodista en el certamen.
Cabe citar que no han
sido pocos los obstáculos que ha enfrentado el gobierno brasileño para la
realización del campeonato mundial, toda vez que no son pocos quienes
consideran que el gasto ha sido exorbitante y que ese dinero se debiera haberlo
utilizado en programas de salud, educación y otros servicios sociales, en vez
de destinarlo a tan frívolo entretenimiento.
Que si bien distrae y
momentáneamente saca de su amarga realidad a muchos ciudadanos, en el fondo es
un negocio manejado por mafiosos que solo beneficia a una élite -la de
siempre-.
A través de la Red, en su
perfil de Facebook, el periodista documentó su artículo y relató: “En marzo estuve en Fortaleza
para conocer la ciudad más violenta de todas las sedes de la Copa del Mundo.
Hablé con algunas personas que me pusieron en contacto con niños de la calle y
luego supe que algunos habían desaparecido.
A menudo los matan por la
noche cuando están durmiendo en una zona donde hay muchos turistas. ¿Por qué?
¿Para dejar limpia la ciudad para los extranjeros y la prensa
internacional? O sea, ¿por
mi culpa?
No puedo cubrir este
evento después de enterarme de que el precio de la Copa no sólo es el más alto
de la historia en dinero, sino que estoy convencido de que ese precio incluye
también las vidas de niños.
Voy a volver a Dinamarca
y no volveré a Brasil. Mi presencia sólo está contribuyendo a un desagradable
espectáculo. Un espectáculo en el que hace dos años y medio soñaba con
participar, pero hoy voy a hacer todo lo que esté en mi mano para criticar y
dar a conocer el precio real de la Copa del Mundo de Brasil.
¿Alguien quiere dos
entradas para el Francia-Ecuador del 25 de Junio?".
Y aunque no faltará quien
niegue lo publicado por Jensen en la revista “Placar”, argumentando que esas fotos
son de otros lados, tal vez en alguna guerra de las que hay todos los días, y
que todo forma parte de la sucia “campaña” en contra de la Copa Mundial
-espectáculo que enloquece a tanta gente, a tal grado de que dentro de los
estadios ha habido heridos y hasta muertos porque unos metieron más goles que
otros; lo que es absolutamente inconcebible-
Pero lo que no se puede
negar es que las fotos, que sin importar de dónde procedan, muestran niños
ensangrentados y aventados sus cadáveres de cualquier forma; y que éstas hacen
evidente el grado de degradación al que está llegando la especia humana, cuando
somos capaces de asesinar niños para dar una buena imagen.
Lopeor del caso es que
ésta no sería la primera vez que eso sucede en Brazil, de recordar la “Chacina –limpieza- de la Candelaria”, cuando seis menores de edad, entre
11 y 17 años, y otros dos jóvenes de 19 años, moradores de la “rúa” -la calle-
que vivían en los alrededores de la céntrica iglesia de Rio de Janeiro, fueron
asesinados por varios miembros de la Policía Militar mientras dormían.
Por obvias razones de seguridad
personal, el periodista pidió que esta noticia no se publicase hasta que él
hubiese salido de Brasil y regresado a su País.
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