Diario Libertad

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Don Sata

miércoles, 26 de marzo de 2014

Editorial

Efecto dominó y más amenazas.

Entre Ucrania y Moldavia, aunque no tiene salida al Mar Negro, se encuentra la república de Transnistria -Transdniéster- con poco más de 600 mil habitantes; su capital es Tiráspol.  Su principal idioma es el ruso, el romano-moldavo y el ucraniano.

Declaró su independencia de Moldavia el 2 de Septiembre de 1990 y solo tres naciones no miembros de la ONU la han reconocido: Abjasia, Osetia del Sur y Nagorno Karabaj.

Moldavia la considera un territorio separatista y no ha reconocido su secesión; aunque tiene una Constitución, una bandera, un himno, un escudo, un presidente, Yevgeny Shevchuk, una primer ministro, Tatiana Turanskaya, un Congreso, un Ejército, una policía, un sistema postal y una moneda propia. 

Pero al no ser reconocida por la comunidad internacional, sus ciudadanos viajan con pasaporte moldavo.

Para entender el por qué Moldavia no reconoce su independencia, cabe citar que en 1990, el 40% del PIB de Moldavia, y el 90% de su producción eléctrica, correspondían a Transnistria. 

Pero así como no se supo que el mismo día que Crimea llevaba a cabo el referéndum para anexarse a la Federación Rusa, Venecia llevaba a cabo uno para independizarse de Italia, como ya se había citado oportunamente en este mismo espacio.


En ocasión del referéndum de autodeterminación realizado en Crimea, la hermosa ministro de Relaciones Exteriores de Transnistria, Nina Shtanki, -foto- saludó el resultado obtenido y recordó que el 17 de septiembre de 2006, el 97,2% de la población también ratificó su independencia y se pronunció por la adhesión a la Federación Rusa.

El 1º de septiembre de 1990, o sea sólo una semana después de su proclamación de independencia de Moldavia, ésta  fue aceptada como miembro de la ONU; mientras que 24 años después, la República de Transnistria, sigue viviendo en condiciones de Estado autoproclamado pero no reconocido por la misma ONU.

Por lo que el presidente del Parlamento, Mijaíl Burla, ya escribió a su homólogo ruso para solicitar la adopción de una ley que apruebe la adhesión de Transnistria a la Federación Rusa, como acaba de hacerse en el caso de Crimea.

En respuesta, y dejando ver que la democracia les importa un comino, el presidente de Moldavia, Nicolae Timofti, solicitó a la Unión Europea que acelere la firma de un acuerdo de asociación para hacer irreversible el estatus jurídico de Transnistria como parte del territorio de Moldavia.

En junio de 1992, la OTAN quiso resolver el asunto recurriendo a la fuerza, y propició un enfrentamiento bélico entre Moldavia y Transnistria, pero ante la resistencia armada de la población, tuvieron que dar marcha atrás; y desde entonces una fuerza de paz de Rusia garantiza la seguridad en el territorio.

A todo esto, el Comandante Supremo de la OTAN, General Philip Breedlove, le ¡advirtió! a Rusia contra todo intento de anexar Transnistria.

Ya en América.  En Chile se anunció el retiro de proyectos de ley en materia de educación presentados por el ex presidente Piñera; ya que estas iniciativas de último minuto “contradicen los principios y pilares de la reforma educacional propuesta por la presidenta Michelle Bachelet”, agregando que “establecen estándares regulatorios insuficientes para mejorar la calidad de la educación”.

Estableciendo que “la educación no es un bien de consumo, sino un derecho social”, como pretendían que fuera; que es lo que se ha propuesto la nueva administración, basada en el principio de calidad, el fin de la segregación y el lucro en la educación.

Totalmente fuera de foco y exhibiéndose lastimeramente en su miseria capitalista, los parlamentarios de derecha de diferentes grupos se unieron para anunciar su oposición al nuevo gobierno, al que lo tildaron de “corrupto” (¿?) y de atentar contra el crecimiento económico al no continuar las políticas de sus antecesores y acabar con las concesiones de hospitales y cárceles.

En África.  En un proceso exprés en la ciudad de Menia, en el Alto Egipto, 529 seguidores del derrocado presidente islamista Mohamed Mursi -actualmente preso en El Cairo- fueron condenados a muerte por un tribunal que los halló culpables de asesinato, disturbios, y de atacar comisarías de policía.  Están detenidos 135 y el resto fueron juzgados en ausencia.

Y aunque todos los condenados pueden apelar la sentencia.  En su primera reacción, defensores de los derechos humanos hablaron de un fallo "escandaloso".  Sin omitir que se trata de la condena a muerte más masiva en la historia de Egipto -y tal vez en todo el mundo- y que también es inédito el número de acusados en una misma causa.

Y eso que la corte dividió a los procesados en dos grupos; faltan por ser juzgados otros más de 600 que fueron presentados el día de ayer martes ante el tribunal; sin que todavía se sepa cuál fue la resolución.  Pero como entre los nuevos acusados se encuentra Mohamed Badie, el máximo líder de los Hermanos Musulmanes, es de suponerse que la sentencia será la misma.

El proceso se llevó a cabo con una inusual celeridad, con la condena apenas en el segundo día de audiencias.  La defensa no pudo acceder al tribunal, por lo que no tuvo oportunidad de presentar sus pruebas de descargo, y los acusados ni siquiera estuvieron presentes.

El Gran Muftí es la autoridad religiosa, que según el derecho egipcio tiene que ratificar las sentencias de muerte; pero ante las protestas internacionales se espera que no lo haga.

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