La reunión que
van a tener en Paris el Ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, y
el secretario de Estado norteamericano John Kerry, en el encuentro de una
conferencia internacional sobre Líbano, seguramente también tratarán lo
relativo a Ucrania. Pero se puede anticipar que ninguno de los dos temas tendrá
un resultado positivo.
Y no solamente
porque ambos casos son parte del proyecto internacional sionista de apoderarse
de las riquezas del mundo; y consecuentemente el impresentable millonario Kerry
no puede variar su posición.
Sino también porque
el mencionado Kerry, que inexplicablemente ocupa ese cargo, pues carece completamente
de la habilidad diplomática que se requiere para mediar, proponer o solucionar
un diferendo, como de sobra lo ha demostrado con las prepotentes intervenciones
que tiene en cada reunión en la que se presenta.
La posición rusa
es de respeto a lo acordado y firmado por el Presidente Viktor Yanukovich y los
integrantes de la oposición; y la adoptada por la Casa Blanca es que Rusia no
intervenga; cuando es claramente sabido que ellos están detrás de lo que sucede
en los dos casos.
Y aunque se
insiste -tal vez con más optimismo y esperanza que detenido análisis- que esta
nueva confrontación entre los EEUU y Rusia, mucho más seria que la guerra fría
del Siglo pasado, y a pesar de que no han sido pocos los analistas que han
advertido de una tercera Guerra Mundial, no se llegará a un enfrentamiento
armado entre las naciones involucradas.
Pero las duras consecuencias
económicas que sin duda traerá, acabarán afectando a muchas naciones del mundo. Pues si a sanciones económicas se van, no se
pueden olvidar dos cosas.
Una, que China -que
aún no ha fijado su posición- y Rusia, son socios; y que el poderío económico y
comercial de la potencia asiática puede hacer pedazos a cualquiera. Y dos,
que la poderosa Alemania, por hoy depende del gas de Rusia; y aunque
podría abastecerse por otro conducto, la situación no es tan fácil.
Pero tal vez todo
esto sea parte del cambio de Era que fue anunciado por los mayas; y que
ciertamente ya lo estamos presenciando.
Pues hasta los
seguidores de Alá, que desde la muerte de Mahoma en el 632 se han estado peleando
entre sí, hoy están ahondando sus diferencias.
Como claramente
se puede inferir cuando después de recientemente haber firmado un decreto que
prohíbe a sus súbditos toda participación en hostilidades fuera del reino, y de
ser miembros de grupos religiosos radicales -aclarando que ya en estos tiempos
la palabrita de “súbditos” se antoja anacrónica, por no decir que hasta ofensiva-
el rey de Arabia Saudita, llamado Abdallah, parece haber entrado abiertamente
en guerra contra la Hermandad Musulmana.
Pero con sus
excepciones. Pues la real decisión no aplica
a la yihad -guerra santa- en Siria, sino únicamente a las acciones de la
Hermandad Musulmana en Egipto.
El pasado 20 de Febrero, el citado
Rey amenazó a Qatar con cerrar sus fronteras y su espacio aéreo si el Emirato continúa
en servir de base a la citada Hermandad Musulmana. Y pocos días después, el 4 de Marzo, ordenó
el cierre de los stands de los editores vinculados a la Hermandad, que
tenían previsto participar en la Feria del Libro en Riad.
Sin
soslayar que en El Cairo, la organización islámica
Hamas, que es una ramificación de los Hermanos Musulmanes -considerada por la
ONU como una agrupación terrorista, pues controla la Franja de Gaza, zona
limítrofe con Egipto- ya ha sido legalmente proscrita por los tribunales
egipcios, hoy controlados por los militares proclives Washington, y habrá de
suspender todas sus actividades en Egipto.
Pero por lo pronto, Arabia Saudita, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos, retiraron a sus embajadores de Qatar.
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